Waiting for the Censista´s call

Ayer me levanté a las 7.30. Me bañé, ya había elegido el modelito que usaría. Pensé en si tenía todo. Y sí, tenía todo. Té, agua mineral, gaseosa, mate cocido, sopita Quick, bananas y leche para hacer licuado. Incluso había comprado café, que es algo que no me gusta demasiado por lo cual va a quedar en la alacena hasta el censo que viene. Además, estaba dispuesta a convidar un poco de mi la Serenísima Colonial. Digo para ponerle al café y hacerlo tomable (esto, el café con dulce de leche - o mejor el dulce de leche con café- es algo que SÍ recomiendo que prueben en sus casas). Pero no pasó nada. De hecho, esperé y esperé. Y nada. Se hizo más de la una de la tarde. Decidí que cocinaría para dos por las dudas. Si cuando hice mi primera compra grande en el super,compré una mayonesa por si un día llegaba a tener un novio al que le gustara la hellmann´s , claramente y sin problema alguno podría cocinar para dos. Así que hice dos milanesas en lugar de sólo una, rallé 2 zanahorias y corté 2 tomates. Puse la mesa para dos, just in case, no vaya a ser que pensara que no lo estaba esperando y se ofendiera.
Me senté a comer, comí, tomé, hice la digestión y nada. Levanté todo y volví al enclaustramiento. Estaba aburrida y empecé a practicar todas las maniobras y los planes que había ideado para entretener a Castigo y evitar que se comiera al censista. A esta altura, las 3 de la tarde, el censista era un señor alto, castaño, de piel blanquita y de ojos verdes. A las 4.30 el censista ya no era sólo alto, castaño y de ojos verdes sino que además tenía cara de nene. A las 6 el censista era todo eso (ya me cacharon el concepto) y además era un profesor de música, le gustaban los niños y trabajaba no para mantenerse, sino de onda. A las 6.47 había decidido que sabía tocar la guitarra y que alguna vez había tomado clases de saxo a lo Facundo Arana sólo que menos rubio y no tan bueno. 12 minutos después, además sabía cocinar y su madre estaba muerta por lo que no había suegra, hermanas tampoco. A las 7.15 además el censista se dedicaba a salvar a Ciudad Gótica en sus ratos libres y el traje le quedaba más parecido al Batman de Kilmer que al de West. A las 7.28 todo eso pero además el censista estaba disponible y además yo le gustaba. A las 7.33 pensé que si vamos a pedir, vamos a pedir bien así que además yo tenía las piernas más largas y el pelo más a lo propaganda de Pantene pero sin que se notara el Photoshop y ya que estamos además yo tenía un poco más de culo y no había perdido mis tetas como me había hecho creer la turra de la vendedora de la otra vez.
Cuando terminé de pensar todo eso más todas las cosas que haría con el censisita músico al que le gustan los niños, no tiene problemas de guita, es superhéroe en sus ratos libres, me dí cuenta de que eran las 7.50 de la tarde. Indignada me pusé un jogging y me fui a caminar.
El puto censista no apareció nunca. Ni el profesor, músico y superhéroe castaño de ojos verdes, ni mi maestra de segundo grado que te juro que tenía no sólo bigotes, sino también barba y se parecía a Patty la hermana de Marge.
Así que hoy a la mañana no tuve otro remedio que llamar al 0800 censoquemecagasteeldíaalpedo y censarme solita....