miércoles, 30 de septiembre de 2009

De plazas ....

Desde que vivo sola y adquirí, bueno me hicieron adquirir, a Tomasita nació una nueva costumbre. La costumbre de dar la vuelta al perro, y a veces más. En la casa de Madre y Padre siempre hubo perros, pero jamás hubo necesidad de pasearlos. Se autopaseaban por el jardín y el garage, y de vez en cuando se escapaban entonces todos putéabamos si era perra porque podía volver acompañada. Por lo demás siempre que el cuadrúpedo se fue, más tarde o más temprano volvió. O bueno, lo pisó un camión como a Firulais, y entonces no volvió más, claro. Pero esa es otra historia.
La cosa es que desde que Tomasita llegó que me levanto todos los días más temprano para llevarla a pasear. Incluso a veces lo hago también a la noche y los fines de semana vamos “de plazas” o al coso ese que es como un “velódromo” o no sé qué.
Entonces el sábado fui con Tomasita a la plaza a que hiciera unos pises y algunas cacas. Y mientras me ponía la joggineta gris y la remera blanca con la camperita roja pensaba que“Cuánto más rápido, mejor” Errores, grandes errores. Hay que dejar que la (s) perra (s) se tome (n) su tiempo, que huela (n), busque (n), sea (n) perseguida (s), coquetee (n) y todo eso.
Llegué a la plaza con la joggineta y el pelo un poco revuelto y empecé a apurar al animal para que se despidiera de la mayor cantidad de amigos del interior que fuera posible. Estaba concentradísima en la tarea hasta que escuché:

Sujeto con yorkshire:- Qué linda perrita!!!
Andre: - Sí, sí … qué sé yo. La levanté de la calle.
Sujeto con yorkshire:- Ahá. ¿Así que encima sos buena?
Andre: - Al menos en la superficie, pero no te creas que tanto tampoco …. (apa! Parece que a la plaza aparte de ir a pasear al perro este tipo viene a tirarlos!)
Sujeto con yorkshire: - No, no, no vos debés ser buena de verdad yo no me equivoco nunca, es mi sexto sentido …. Ahora ¡qué pelo brillante que tiene tu perra!….. ¿con qué champú se lo lavás? ….
Andre:- (¿qué me está preguntando este pibe? ) Mmmm no sé uno que compré en la veterinaria es de color naranja el envase …
Sujeto con yorkshire:- Ah! Bueno … le voy a decir a Richard que lo compre entonces, nuestro bebu se lo merece…… ¿nada más te acordás del shampoo?
Andre:- (¡Ay! ¿pero puedo ser tan pelotuda? El tipo habla de un sexto sentido y pasea un yorkshire … un York shire …perro de minitaaaaaaaaaa!) Esteeeeeeeeeee no, nada más. ¡Ay! pero que tarde que es Me tengo que ir. ¡Chau!

Y seguí caminando con Tomasita que corría como loca y no paraba de investigar árboles. Hasta que de repente levanto la vista y veo a un sujeto con un labrador que nos estaba mirando …..

lunes, 28 de septiembre de 2009

Madre hay una sola ..... (menos mal que sino mirá, no sé)

El otro día fui a lo de la psicoloca. Mi psicoloca no es psicoanalista. Mi piscoloca me habla, me pregunta, me responde, acota, comenta, me reta … en fin es algo más que un potus decorativo de programa de cable. De ninguna manera podría ir a una de ésas que no te dicen nada porque todo lo tenés que buscar en tu interior y blablabla …. Ma’ qué interior ni qué interior….. hablame querés!!! A ver, yo te pago para que me escuchés, sí. Y más viniendo de una flia de cuatro hermanos. A mi me gusta tanto la atención que hasta desembolso por ella, lo sé. Pero igual, ¡HABLÁ QUERÉS!
Así que como todas las semanas fui a terapia, sólo que esa vez fue la primera en la que hablamos de ser solterita con casa. Ya habíamos hablado muchas ocasiones de los miedos que tenía en esto de mudarme. Pero todo había sido previo, todo había sido anterior …. En realidad era la primera vez que venía con un problema concreto, algo que me estaba pasando justo en ese momento….

Andre: - Esteeeee tengo que contarte una cosa, una cosita de nada … pero no sé. Capaz es normal, capaz todas las madres son así, qué sé yo ….
Psicoloca: - A ver, decime. Deja de minimizar y contame qué te pasó
Andre:- Bueno es mi mamá…..
Psicoloca: - Aham …. ¿?
Andre:- Sí, mi mamá que cree que voy a morir asesinada o algo y ella no se va a enterar, no sé. O no sé, creerá que si me quedo en casa de ellos nada malo me pasará. O que mi papá todavía es Superman. O que su casa tiene un escudo superpoderoso contra todos los males , o …
Psicoloca:- Aham, sí… claro. ¿Pero me decís qué pasó?
Andre:- Sí, ¿sabés lo que me dijo el otro día que no la llamé en todo el día, eh? Bueno, además de dejarme 32 mensajes ….

Cri Cri Cri silencio de radio….

Psicoloca: - Y….. no…. ¿Qué te dijo?
Andre:- Me llamo a la mañana siguiente toda enojada diciendo que ella no quería ser como Beatriz Taibo (la actriz esa rubia teñida que trabajaba en la tele cuando éramos chiquitas) que se enteró que el hijo había muerto como cuatro días después cuando la llamaron de la morgue para reconocer el cadáver. ¿A vos te parece que me tiene que decir eso, eh? ¿A vos te parece que yo ya no estoy lo suficientemente angustiada y paranoica, eh? ¿A vos te parece que yo no escucho sufientes ruidos raros a la noche, eh?
Psicoloca:- Aham … ¿y vos que le dijiste?
Andre:- ¿Yo? Nada. Esteee, que yo la llamaba todos los días …. que se quedara tranquila.
Psicoloca:- Aham…. ¿Y nada más?
Andre:- No, nada más.
Psicoloca:- Aham …. Tenés que hablar con tu mamá.
Andre:- (ja! Chocolate por la noticia! ¿Me decís algo que no sepa? O mejor ya sé ¿Me decís algo que quiera escuchar?) Pero es difícil!!!! ¿Cómo le digo que soy grande y que crecí? Que la entiendo y todo eso. Que está bien es mi mamá…. ¿Pero que… le digo que deje de mirar Nuevediario? ¿Le bloqueo Crónica?
Psicoloca:.- Decíselo como te salga ….. pero dejale claro que vos sos grande y que tenés tu casa y tu intimidad (esta es una palabra bien de psicoloca) y que bueno que tiene que entender que….

A veces no sé porqué vengo si es verdad que todas las respuestas están mi interior y que ya sé que tengo que hacer, sólo que no me animo. Igual, esto de alquilar una hora de atención para mi solita me hace tan bien al ego que se me convirtió en vicio…

viernes, 25 de septiembre de 2009

Cosas de Chicas

Y entonces ahí estaba yo el jueves a la noche con el pote y el palito ese, que no sé cómo se llama, lista para apretar los dientes y gritar lo menos posible para evitar que Kevin, el alfeñique, pudiera llegar a elevar alguna queja.
Llegué a casa a eso de las 10 de la noche y estaba cansada, pero tenía que hacerlo. “Una siempre tiene que estar preparada” me había dicho una amiga, que siempre está preparada, una vez. Bueno, el “siempre” puede fallar a veces, nunca me llevé bien con el absoluto. Pero en fin, también tenía la dignidad y algo de vergüenza que alcanzaban para emprender la operación cera.
Agarré el potecito y lo empecé a calentar en la hornalla de la cocina. Ya desde ese momento pude sentir el olor a libertad durante el operativo en el ambiente, además del olor a cera, claro.
The freedom in the air aparecía ya desde el poder calentar el producto en bombacha y remera, actividad que en este tipo de paños no podía llevar adelante en mi otra casa dado que vivía con Padre y con Gustavo y el resto de la flia. Aparte nadie me decía a los gritos pelados frases como “lo que ensuciás, limpiás” u “otra vez calentando esa mierda, nena … ¿no podés hacerlo en otro lado? ¿No ves el olor que deja?” o “¿Cuánto tiempo vas a ocupar el baño, eh?” . Nada de eso. Lo único que escuchaba era la radio y la voz del locutor, que claramente me hablaba a mi “o acaso ¿vos ves alguna otra persona en esta casa a la que pueda estar dirigiéndose? Entonces es obvio que me está hablando a mi” razón por la cual le contestaba sus preguntas y acotaba a sus comentarios mientras revolvía la sustancia que empezaba a cambiar de estado.
Una vez que terminé con el proceso de calentamiento me fui para el baño y me encerré. Por un instante pensé en porqué me estaba encerrando “si vivo sola y están todas las persianas bajas” …. Hasta que el porqué empezó a ladrar. Sí, Tomasita estaba queriéndome morder los talones mientras estaba yo en pelotas esperando que se me seque el ungüento que me había puesto en los sobacos y demás partes para autodilapidarme. Porque claro para emprender la operación cera yo me tengo que poner prácticamente en bolas. La motricidad fina, aunque tampoco la gruesa, ni ninguna otra es lo mío. Así que para evitar enchastramientos menos que deseables ante la falta de lavarropas, “yo mejor me saco todo y me quemo la piel un poco con las gotitas verdes (porque mi cera es de aloe vera, que no sé para qué sirve, pero bueno) que voy chorreando” pensé.
Sin embargo el momento de mayor éxtasis no se hizo presente hasta que salí del baño y fui otra vez a la cocina para recalentar la cera así tal como Dios me trajo al mundo, sólo que con 27 años más …. “Así que no creo que esta frase tenga tanta razón de ser, porque claro entonces no es tan “así como Dios me trajo al mundo”, pensé mientras estaba yendo del baño a la cocina y pasaba por el living. Tuve que hacer este viaje porque claro, no tenía ese hornito para mantener la cera caliente ni nada que se le pareciera. Mi torpe e incipiente femineidad no llega a tanto … Mientras llevaba adelante el proceso de recalentamiento Tomasita seguía, aunque ahora con éxito, mordiéndome los talones. Igual ni me importó porque no sabés lo lindo que es no tener que vestirse toda porque la muy hija de puta de la cera se endureció antes de que terminaras el operativo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Pautas de convivencia

Bueno, al fin de cuentas siempre estuve en contra de la ley de flexibilidad laboral y si a eso le sumamos el hecho de que en mi familia tenemos un historial en eso de agarrar bichos de la calle … era más que obvio que la cuadrúpeda se iba a quedar conmigo. No tengo las agallas suficientes como para largarla así a su suerte o buscarle otra casa. “Después de todo, esto de tener alguien que te mueva la cola cuando llegás no está tan mal”, pensé.
Entonces la llevé al veterinario, la desparasité, la vacuné y todo eso y la can se convirtió en parte, una parte móvil más que móvil inquieta, del paisaje de mi casa en vías de convertirse en hogar.
Eso sí, ya desde el primer día intenté (vanamente, obvio) pactar con el animal. Así que la llamé, la senté enfrente mío y le comenté como son las pautas de convivencia de la casa:

1- Caca y pis en el patio y/o afuera.
2- La única que duerme en el sommier de dos plazas al pedo soy yo. En la temporada otoño/invierno se le permitirá al gato que juegue a la bolsa de agua caliente para que precisamente me caliente los pies.
3- Las colaciones diarias serán dos. Una cuando me levanto a las 7am, la otra cuando vuelvo de trabajar.
4- Bajo ningún concepto tocarás trapos que no te pertenecen. Mis trapos son míos y no te los presto.
5- Las visitas de perros varones no están permitidas de ninguna manera, a menos que:
A) Un adulto responsable o yo (que no tiene porqué ser la misma cosa) esté presente.
B) Estés castrada. Así que quiero decirte que tendrás que esperar al menos cuatro o cinco meses para que esto suceda.
6- Habrá paseos matinales y/o nocturnos, sí. Pero que conste en actas que los mismos estarán sujetos a la disposición de la paseadora que vengo a ser yo.
7- Los sábados, domingos y feriados los horarios de las comidan serán movidos. Es importante que sepas que ninguna excusa es válida o suficiente para que me despiertes a las 7 am. Excepto que yo me acueste a esa hora porque vaya a saber una qué estuve haciendo.

8- Los únicos objetos susceptibles de ser mordidos, baboseados, escondidos, robados, etc. son los que yo te provea para tal fin. Es decir los huesitos esos que se compran por ahí o las pelotitas, o tus trapos, pero no mucho más.
9- No ladrararás…. Bueno no ladrarás en demasía.
10- Este es el mandamiento movible. Se utilizará para cualquier situación, causa, regla o lo que fuera que quien te cuida considere pertinente y atinado.

Una vez dicho esto, liberé al animal. En realidad ella ya se había liberado hacía rato y yo me limitaba a correrla mientras le explicaba que acá mando yo y que así se hacen las cosas en mi casa …. Y que dejá de morderme los talones la que te parió que no ves que no voy a poder usar pollera. Y dame eso querés que lo vas a romper y es mi remerita preferida. Y bajate de la cama, ¡carajo! Y ni se te ocurra que veo tu intención: si cagás en el living limpiás vos, eh! Yo te avisé. La lavandina está ahí contra la pared.

lunes, 21 de septiembre de 2009

La primera cena

La primera cena, que no fue de inauguración, pero sí la primera cena con gente foránea fue con mis padres. Un domingo a la noche me jugué y como muestra de agradecimiento los agasajé con unos fideos a la bolognesa, que bastante bien me salieron debo decir.
A eso de las 9 de la noche, tocan el timbre. Bueno, está bien golpearon. Timbre todavía no había. Efectivamente eran mis padres. Salgo y les abro. Cuando entran me desconcierto.
Sí, me desconcierto porque una espera que cuando alguien viene a cenar traiga una botella de vino, ponele. Aunque una no tome, para ellos no sé. O un postre. Un kilito de helado nunca viene mal. O un adorno para la casa nueva. O un sacacorchos, o un abrelatas o un juego de compoteras… o lo que fuera excepto, excepto eso que ellos trajeron. Lo que trajeron movía la cola, tenía cuatro patas y era negra con un poquito de blanco. Era chiquita, chiquita. Hacía pis y caca por todos lados. Y encima ladraba.
La cosita insignificantita esa ladraba y bastante.
Al ver a la cuadrúpeda me quedé pasmada……

Andre:- Esteeeeeeee y esto?
Madre:- Ah! Esto es Tomasita, la encontramos en Tomás Yofre. Es para vos, para que te cuide, para que no estés más solita.
Andre:-
Ehhhhhhhhh … pero yo por eso fui a buscar al gato, ¿te acordás que al final me traje el gato de casa?
Madre:- Sí, sí. Pero el gato no te va a cuidar como Tomasita.
Andre:- Sí, está bien. Pero el gato no va a cagar como Tomasita……
Madre:- Ay! pero no ves qué linda es! Y mirá como te mira con esa carita! Y esos ojitos….!
Andre:- Bueno, está bien pasen. Pasen ustedes y Tomasita. Pero está a prueba eh? Esto es como la ley de flexibilidad laboral. Si no me convence la puedo rajar sin problemas, ¿estamos?

viernes, 18 de septiembre de 2009

El primer Super

El primer supermercado es la emoción misma que viaja en changuito. La primera vez que una va al Carrefour es lo más de lo más. Se siente esa libertad de comprar todo lo que se quiere sin reparo alguno. La emoción que por años vivió encerrada en nuestro cuerpo de niña, adolescente, joven que pedía permiso a Madre para meter helado o chocolate en el changuito, o peor aún lo camuflaba entre los otros productos para que cuando se dieran cuenta ya fuera tarde, se hace presente y se muestra sin tapujos. Entonces una adquiere cualquier cosa, lo que sea sin tener que discutir nada con nadie. Si una quiere comprar boludeces llamativas, lo hace. Si una elige comprar por el packaging lo hace también. Si se quieren comprar cosas caras también se puede hacer porque total se compra poquito.
Sin embargo la emoción de carrito puede ser peligrosa. Sí, y el peligro no sólo se nota cuando la cajera te dice lo que gastás sino que la lucecita roja de danger que debió haberse prendido cuando jugabas a la ricachona y metías cosas y cosas en el receptáculo alámbrico con rueditas como si fueras a almacenar comida porque se viene la guerra o como si fueras hormiga y tuvieras que guardar para el invierno, se prende tarde, obvio, cuando una semana después empezás a abrir cada vez menos la heladera porque larga olor a podrido.
Sí, el primer supermercado tiene eso. Cantidad de cosas innecesarias que una compra porque sí, por si se viene el fin del mundo y una tiene que armarse un búnker o algo. Una no prevé que la soltería acompañada de soledad trae muchos “como por ahí” o como menos, o sólo cuando tengo hambre, o sólo lo que quiero. Una compra boludeces y boludeces y boludeces por las dudas, just in case. ¿Me querés decir para qué compré mayonesa, si yo no uso, eh? ¿Acaso tengo pensado hacer vittel toné? ¿Acaso es navidad? ¿O será que tengo un novio imaginario o que aún no conozco al que le gusta el condimento amarillento, eh? No, no, no y no. Y sin embargo yo la mayonesa te la compro, digo en una de ésas cae alguien que no soporta el sándwich (eso sí, fiambre no tengo) sin mayonesa …. Y entonces ¿qué hago? ¿Me querés decir qué hago?

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Mi vecino: No, no creo que sea asesino

Mi vecino es una persona rara. Para empezar es un tipo que nació acá pero tiene nombre de gringo. Y no, no estamos hablando de un pequeñuelo de menos de una decena de edad al que llaman Jonathan Pérez o Richard Valdez. No, no, no. Mi vecino es un alfeñique de unos 40 años que se llama Kevin, y Kevin además de sus cuatro décadas tiene un apellido más argento que el dulce de leche. La primera vez que lo vi fue como un mes después de que me mudé. Sí, se ve que compartimos pasillo pero no horarios. Y todo bien, pero yo no te voy a golpear la puertita para llevarte torta o galletitas como bienvenida. No soy yanqui. Ni esto es un programa de tele. Ni tampoco soy tan amable, para qué mentir.
Nuestro primer encuentro fue un día que hice una especie de fiesta en casa y un par de amigas tocaron el timbre equivocado, es decir el de él. Yo por ese entonces ni timbre tenía aún. Y Kevin les abrió. Esto me llevó a pensar dos cosas: 1) qué buena onda el pibe que le abre a las chicas. 2) Es un desquiciado mental. No sabe quién soy ni cómo me llamo, menos que menos conoce a mis amigas y este tipo ¡le abre la puerta a cualquiera! “¡Pero nene! ¿No sabés cómo está la calle hoy? ¿No ves los noticieros o leés los diarios, eh?” Esto claramente lo pensaría y lo diría mi abuela, claro está. No yo que soy una chica del 2000. Entonces como soy una chica del nuevo milenio me incliné por la primera.
De todas maneras todavía no sé mucho sobre Kevin, el alfeñique. Sólo sé que es tan alto como yo. Así que cualquier cosa creo que de una piña lo siento más yo a él que él a mí. Otra cosa que sé es que tiene horarios raros. Claramente no trabaja en horario de oficina y yo no sé qué hace de su vida. Aparte, tal como diría mi abuela no yo, de ese departamento salen olores raros. Y no, no hablo del churrasco que me inunda el patio de aroma carnívoro, que bueno te lo perdono porque yo de vez en cuando también saco la bifera y lleno la cocina de humo, si no de esos otros olores …… sí, estoy hablando del faaaaaso! O de alguna otra cosa que mi casi inexistente cultura jamaiquina no me permite bien descifrar. Otro elemento que me llama poderosamente la atención es la amplitud de su oído musical. El alfeñique te escucha de todo, de todo. Desde música étnica hasta cumbia. Desde marcha (sí, los sábados a eso de las 12, 1 de la madrugada se le da por hacer el pre - dancing) hasta los Wawancó. Es así el Kevin ….. open minded. Otra cosa que averigüé es que tiene un gato, sí un felino al que pone en penitencia en el pasillo del que no puede escaparse. Es lindo el animal, tiene ojos celestes como el alfeñique.
Bueno, por el momento nada más pude averiguar de Kevin, salvo que una noche le golpeé la puerta porque la luz del pasillo no andaba. Y yo como mujer que vive sola ya había intentado cambiar la bombita y nada. Entonces había que llamar a un electricista. Lo llamé un día a la noche. Me atendieron una ráfaga de olor a churrasco y él. Le comento la situación y se me queda mirando, pensativo:

Kevin: - Sí, habría que llamar a un electricista. Sí yo había notado este problema, un día de estos iba a buscar una bombita y ….
Andre: - Todo bien, ni te molestés. Ya me fijé y no es eso …..
Kevin ( pensando): - Bueeeeeeeeno, yo conozco un electricista que una vez cuando vivía en Moreno me hizo unos trabajos.
Andre: - Ah! Cuando vivías en Moreno ….. ¿y esto fue hace mucho?
Kevin: - Y unos 6 ó 7 años….
Andre: - Bueno, yo también conozco un electricista. Hagamos una cosa, yo llamo al mío, te parece?
Kevin: - Bueno, o mejor ya sé. (piensa) Llamemos a los dos el que lllega primero que haga el trabajo.
Andre (me quiero ir a dormir, ¿nos podemos apurar?):- Dale hagamos así. Yo llamo al mío que vive a 15 cuadras y me arregló unas cosas hace poco y vos al tuyo que anda por Moreno y te arregló algo hace 7 años. Buenísimo. El que llega primero, gana.

Mientras le decía esto abría mi puerta y ya empezando a entrar a casa le digo que chau y que muchas gracias y que obvio nos hacemos cargo conjuntamente del pago. Mientras tanto él seguía pensando, así como en show motion, y a lo lejos se escuchó un saludo y una puerta que se empezaba a cerrar cuando estaba llegando al baño para hacer un pis.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Noche de estreno

Todos los que nos mudamos solos por primera vez sabemos que la prueba de fuego, esa que hay que pasar rápido, “y dormite de una vez, querida. ¿Querés?, así se pasa más rápido” es la primera noche que una pasa sin compañía en el nuevo hogar. Y yo, claro, no soy la excepción que viene a confirmar la regla. Sino más bien lo contrario. Yo no soy más que un ejemplo de dicha afirmación.
Así que ahí estaba terminando de acomodar las 7 mil bolsitas de todos los colores y tamaños. Claro que no acomodé mucho porque la alacena todavía estaba en el piso. Razón más que suficiente para que platos, vasos, cacerolas, tazas, tacitas, repasadores, etc descansaran en el lugar más que atinado que les había encontrado: mi habitación, por la que transitaba como si fuera un campo minado.
Finalmente el momento que tanto temía había llegado. Sí, eran las 2 de la mañana. Ya había acomodado y desacomodado todo más de una vez. Hasta le había pasado un trapo a la heladera y había lavado los estantes. Sólo cinco horas me separaban de tenerme que levantar para ir a trabajar. Ya era hora. Hora de dormir.
Era la primera vez que me acostaba en ese sommier. Sommier de dos plazas, obvio. Porque si la hacemos, la hacemos bien. Sino no la hacemos. Si te vas a comprar un colchón a los veinte largos más vale que sea de dos plazas. No importa que los vendedores te pregunten por tu pareja una y otra vez y que ante la negativa de tu respuesta te ofrezcan el más barato, “total para vos solita” te dicen. No importa que uses siempre el mismo lado y que todo sea desparejo. No importa que duermas hecha una bolita o en posición fetal. Nada importa, sólo tener un colchón grande.
En el momento en el que me metía a la cama, el sommier parecía inmenso, además tirar de las frazadas resultó ser mucho más incómodo en estos tamaños. Es como que todo pesa más. Ahí me acordé de la cama de mamá y papá, que igual seguía pareciéndome grande.
Ya estaba en la cama. Todavía no tenía música, ni compu ni tele ni nada. Sólo tenía un velador en el piso, la luz grande y un par de libros. Empecé a leer, más para que me agarre el sueño que para otra cosa. Seguí leyendo. El libro me aburría pero tenía los ojos más grandes que los de una lechuza. De repente escuché un ruido. “a la mierda, ¿qué es eso?” Eso era mi vecino que volvía de no sé dónde. Agudicé el oído. Escuché que cerraba con llave. Escuché los pasos por la escalera. Escuché que abría su puerta y la cerraba. Ahí me tranquilicé. Idiota” me digo. “¿No ves que era tu vecino? ¿Acaso esperás al loco de la motosierra o al hombre de la bolsa o al chinito que quemaba mueblerías hace un par de años, eh? ¿Qué te pasa mamerta no te das cuenta de que esto NO es una mueblería por lo que al menos incendiada por un chino parece que no morís, eh?” me vuelvo a decir.
Cambié de libro. Empecé uno nuevo, me seguía aburriendo, pero de sueño nada. Escuché otro ruido. Era como algo que golpeaba. “Sí pelotuda, ese algo se llama viento” me interpelé. Me levanté, busqué el origen de ese ruido que me frenetizaba hasta que finalmente lo encontré. Resultó ser un vidrio que no calzaba bien en una de las puertas. Le puse un papel de diario y la cosa se calmó. Volví a la cama decidida a cerrar los ojos y dormir. “Porque que soy acaso, eh? Una chica grande o … o ...” No pude completar la frase. Me volví a tapar. Decidí contar ovejitas para conciliar el sueño. “Yo te cuento todo lo que quieras, seguro. Pero eso sí mañana voy a buscarme al gato para que duerma acá conmigo” Pensaba con la luz del velador encendida y las piernas enrolladas como cuando era chiquita y creía que una bicha podía dormir a los pies de mi cama.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Mudanza!

Quien diga que mudarse es fácil y/o divertido, miente. Quiero que los sepan. Quiero que todos lo sepan. Mudarse es una de las experiencias más traumáticas y estresantes de la vida toda. Y eso que yo me mudaba a cuatro cuadras de mi casa. Sino, mirá, Sino, leé.
Era domingo, después de comer el asado. Yo estaba llena, llena. Por no decir que casi reventaba como todos los domingos que como como si fuera la última vez, como si hubiera que almacenar porque se viene la guerra o algo así, sólo que yo almaceno en el propio cuerpo como si me creyera camello. Así que encima me sentía pesada pero tenía que hacerlo. Tenía que juntar todas las cosas de mi habitación y empezar a llevármelas. Tenía que enfrentarme a la primera noche solita en el departamento. Ya era hora.
Cuando subí a la que todavía era mi pieza, mi hermano Gustavo me esperaba con un bolso:

Gustavo: - Te lo traje por si lo necesitabas. Eso sí, después me lo devolvés. No te vayas a creer que te lo regalo nena.
Andre: - Ay! Pero no te hubieras molestado. Siempre tan gentil vos.
Gustavo: - Sí, la gentileza es algo que me caracteriza. Eso y la caballerosidad.

Dijo eso y se fue. Me quedé sola en la inmensidad del cuarto. Por primera vez en todos los años que había pasado ahí me parecía grande. Ja! ¿Será que me quiero sentir chiquita? – pensé. - Pero, nena dejate de joder, querés? Juntá las cosas y el martes lo charlás con la psicoloca. – me contesté con el pensamiento también. Es que yo cuando estoy así en esos momentos raros me hablo y me contesto.
Me puse a juntar todas, bueno casi todas, mis cosas. Es decir, de paso aproveché para dejar en mi casa, perdón la de mis viejos, todo lo que no quería. Esa remerita roja espantosa que me regalaron hace dos años. La camisa a cuadrillé, la remera rayada que me compré a los 12… me querés decir porqué una se empeña en guardar estas cosas, eh? Ah! Y la rematé cuando llegué a la caja de los recuerdos. Sí abrí el arcón, más que arcón tupper, de los recuerdos y encontré todas esas cartitas. Las de despedida, las de amigas, las de amigos, las de intentos frustrados de novios, las de declaraciones mías nunca dadas …. En fin un arsenal de cursilería que la mujer independiente del siglo XXI todavía conserva no sé para qué, pero conserva. Bueno, todo eso lo dejé. Bueno miento el tupper lo llevé. Todavía no sé qué hacer con él, pero se fue conmigo.
Cuando estaba llenando el segundo bolso pensé en cuánta ropa tenía, incluso que ni me acordaba que tenía. Pero igual, necesito comprarme una musculosa amarilla, otra negra y una violeta, mínimo. Aparte necesito alguna pollera más y una bermuda. Y zapatos. Siempre se necesitan zapatos. Los del año pasado pobrecitos no dan más. Bueno y no sigo que me entusiasmo.
Cuando terminé de hacer los bolsos y de juntar en 7 mil bolsas cosas como platos, vasos, cubiertos, cacerolas y demases lo llamé a mi hermano para que me llevara en auto. Cargamos el auto un par de veces y ahí nos fuimos.
Al minuto y medio llegamos, cuatro cuadras en domingo se hacen rápido.

Gustavo (a los gritos pelados): - Dale nena! Apurate que no tengo toda la tarde. Me tengo que ir a jugar a la pelota.
Y ahí iba yo más cargada que un equeco….
Andre: - Seeeeeeeee. Ya va. Perá. No puedo sola.
Gustavo:- Dale! Mirá que si no te apurás te dejo todo acá en la calle.

En menos de 10 minutos Gustavo había subido todo y se había ido. En menos de 10 minutos me quedé sola con un nudo en el pecho, los bolsos y las 7 mil bolsitas de todos los colores y tamaños en el piso del departamento que alguna vez me había parecido muy chiquito pero ahora me parecía enorme.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Los albañiles (o esa gente que te dice mañana vengo)

Los albañiles se merecen un capítulo aparte, un rincón sólo para ellos, unas palabras exclusivas, unas reflexiones de las que sean sujetos únicos. Es que como bien sabido es los albañiles, y casi todo (nótese el “casi” claramente mi intención es no generalizar) el gremio de la construcción, son los reyes del mañanavengo que debería subtitularse como tedejopagandohastaquenecesiteguita.
Lo que pasó fue que los tipos vinieron presupuestaron y estimaron la cantidad de días. Hasta ahí todo di vi no. “Que cuánto podemos tardar, sino es nada. En un semanita esto te lo terminamos” dijeron. “Que te costará alrededor de unos $4000 - $5000” “Ah bueno,” dije yo mientras hacía cálculos mentales ….. que el mes que viene cobro $2500 y tengo ahorrados $10000 … y cualquier cosa le pido prestado a Madre sin que se enteren mis hermanas, que de última compro con la tarjeta….”
Ilusa de mi que hacía todos esos cálculos mentales que dejaban de lado los famosos “y ya que estamos porqué no cambiamos esto, eh?” tan del gremio en cuestión …. Ilusa de mi que cree que los albañiles cumplirán un horario con disciplina prusiana o que al menos aparecerán. Ilusa de mi que cree que los materiales se terminan de comprar algún día…… Ilusa, ilusa, ilusa…..
A ver, yo siempre supe que era/soy un poco naif o ingenua pero que te mientan así tan descaradamente no hay derecho! Que te digan que vienen a una hora y vos te quedés como mamerta esperándolos y los tipos no aparecen!!! A ver sres ¿qué se pensaron, eh? ¿Que una es Penélope que teje y desteje pero espera? Digo, no es que una no esté acostumbrada a esperar en otros ámbitos de la vida, claro…. Pero incluso cuando pago tengo que esperar, eh?! ¡Habrase visto!
Pero bueno, a veces no sólo que juego a Penélope sino que también soy fácil. Sí, lo soy. Reconozcámoslo. Así que tejí y destejí no por una semana ni dos ni tres, ni siquiera un mes …. Sino por ¡tres meses! Sí, tres meses. Pero lo logré. Finalmente llegó el día tan esperado: el de la mudanza.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Shopping time!

Finalmente el día llegó y Gustavo y yo fuimos a comprar varios menesteres para la cocina y el baño. Paseamos por Easy y por un par de lugares más que tienen cosas para la construcción. Ahí me di cuenta de algunas cosas importantes:

1- Soy terriblemente indecisa. Puedo estar que sí que no por horas. Elegir un color me toma años. Puedo dar vueltas y vueltas entre un naranja durazno y un naranja damasco. Todo es fatal para mi. Como si después no se pudiera cambiar. Como si intentara (léase que dije intentara, soy ingenua pero no tanto, che) ser una institución más para siempre que el matrimonio.

2- Me encantan las pelotudeces y odio pensar en lo importante como los azulejos, ponele. A mi dejame eligiendo la cortinita del baño o la lámpara del living que soy feliz. Lo que “realmente importa” eso que tenés que pensar mejor porque después te cuesta un ojo de la cara cambiarlo, eso me agota. Eso que lo piense otro.

Ah! y lo más trascendental, me di cuenta que fue una de las pocas veces en la vida en las que agradecí ser soltera. Es que, claro, la soltería te permite elegir todo a vos. Te deja pintar el cuarto de rosa y el baño de violeta. Comprar lámparas y cortinas de lentejuelas y otras de bolitas que brillan. No hay necesidad de negociar nada con nadie. Nada de minimalismo ni utilitarismo. Nada de “¿y para qué querés esto?”. No Sra. No Sr. Yo te agarro las cajitas estas que son lindas pero no sé bien para qué las quiero sólo las compro porque me gustan sin necesidad de darle ninguna explicación a nadie más que a mi misma.
Y así mi soltería y yo nos engolosinamos siendo testigos de escenas como éstas:

Escena 1: La pareja despareja: A ella se le va la vida en cada posibilidad de elección, a él le chupa un huevo. Ella emocionadísima. Meta elegir. En algún momento hace un parate y le pregunta a él: “¿y mi amor, te gusta este azulejo ‘azul océano’ como guarda del baño chiquito?” Él la mira resignado, con cara de decidite de una vez y dejame de romper las pelotas, “Sí, linda. Es divino, me adivinaste el pensamiento”

Escena 2: Los escandalosos: Esta pareja discute por todo, todo el tiempo. Se olvidan de donde están. Se olvidan de guardar las formas. Se olvidan de esto de ‘si gritamos como los Campanelli por lo menos que no se note, o al menos no se note tanto’ No les importa nada. Cada decisión es una batalla campal. Discuten, discuten y discuten hasta que uno de los dos (en general él) se empaca y se sienta en un rincón al grito de “¡ma’ sí poné lo que quieras pero vámonos de una vez!”

Y enotnces ahí entre esas baldosas, porcelanatos, pinturas, guardas y demases terminé de elegir, diseñar y comprar casi todo para mi casa de solterita o de minita, como me gusta llamar a mis excesos de brillitos y colores como el rosa chicle. Ahora venía la otra parte, la de los albañiles ...

viernes, 4 de septiembre de 2009

La Tierra Prometida

Y entonces llegué y lo vi. Al departamento, digo. A mi me pareció chico, claro. Es que si venís de una casa de dos pisos con pileta y jardín un tres ambientes con un pedacito de patio y un balconcito te parece chico, obvio. Y te parece chico aunque te sobre espacio y no sepas qué hacer con la segunda habitación, esa que no va a ser tu dormitorio y claramente no es el living comedor ni el “cuarto de la compu” porque tenés una notebook …. Entonces ese ambiente hasta te empieza a molestar y todo. Y más si no tenés plata para arreglarlo. Pero no importa vos te quejás de todas maneras, después de todo igual te parece chico ….

Andre: - ¿No me sentiré como enjaulada?
Gustavo: - ¿Pero sos pelotuda vos, eh? ¿Cómo te vas a sentir enjaulada acá? ¡Es un departamento enorme para una persona sola!
Andre:- Bueno puede ser, es que comparado con casa…..
Gustavo:- En casa vivíamos seis más los tres gatos y los dos perros. En casa ni siquiera tenías una habitación para vos sola. Acá tenés como 70 mts2 o más sólo para vos. Repito: ¿sos pelotuda, eh?
Andre:- Bueno, bueno ….. ¿y cuánto calculás que tardaremos en hacer los arreglos?
Gustavo: - Y depende de lo que quieras hacer. Y de la plata que tengas para hacerlo, claro.
Andre:- Y a mi me gustaría hacerle el baño de nuevo. Ya sé que está “usable” pero ¡es horrible!. ¡Y quiero venecitas, quiero poner venecitas!. El mueble de la cocina se podría cambiar también, está medio choto.
Gustavo: -
Sí, el mueble de la cocina lo tenés que cambiar sí o sí. Y ya que estás cambiá la pileta también, y si cambiás la pileta, cambiá la canilla ….

Ese fue el primer momento en el que escuché el famoso “y ya que estás” …. Odio esa frase, no la quiero escuchar nunca más en la vida. “Y ya que estás, hace esto” “ Y ya que estás, cambiá esto otro”. “Y ya que estás, comprá esto también” Y ya que estoy, ya que estoy …. Y ya que estoy las pelotas. Porqué no me decís directamente lo que hay que hacer y listo, eh? “Hay que hacer esto, esto y esto”, ponele. ¿Tan difícil es? El “y ya que estás” se presenta como con amabilidad, así como polite, como “te lo digo para que quede más lindo no es totalmente necesario pero …” pero si no lo hago en tres meses se me puede caer el techo encima, no? “ “sí, y después no digas que yo no te avisé” ……¡ENTONCES PORQUÉ NO ME DECÍS LAS COSAS COMO SON!

Andre:- ¿Bueno y cómo hago todo eso?
Gustavo:- Quedate tranquila que yo ya hablé con los albañiles, empiezan el lunes. Yo te voy a ayudar hermana. Te quiero mucho. Pero más quiero que te vayas rápido y me dejes la pieza grande.
Andre:- Gracias. Y yo también te quiero mucho, hermano. Y en este momento te quiero más porque sos maestro mayor de obras y estudiás arquitectura.
Gustavo:- Bueno, bueno …. Pero salí de acá y no me des ningún beso ni te pongas sentimentaloide ni nada de eso.
Y preparate que mañana te acompaño y elegís las venecitas y los muebles. Si todo sale bien en 10 días te vaaaas!
Andre:- ¡Guacho! Siempre supe que lo único que te importaba de mí era la pieza grande.
Gustavo:- Claro acaso lo oculto, eh? Ah! Y dejame decirte que como honorario por mis servicios te voy a pedir la pintura y el cambio de piso para mi futura pieza….

miércoles, 2 de septiembre de 2009

The beginning II (o la familia de la mesa rectangular)

Y entonces mis padres llamaron a concilio y armaron una reunión. Era domingo después del asado, y en la mesa rectangular donde estaban mis hermanos mi papá expuso la cuestión:

Padre: - Bueno, los reunimos porque queríamos contarles que Andrea se quiere ir a vivir sola.
Madre:- Sí, se quiere ir a vivir sola al departamento de Sarmiento.
Padre:- Y como Sarmiento está desalquilado…..
Madre (interrumpiendo) : - pero como Arenales va a ser de ustedes ….. queríamos saber cómo lo iban a tomar, qué les parecía.
Lorena, hna mayor: - Ah! No. Pará. A mi no me dejaron. Yo me tuve que construir arriba de lo de la abuela.
Celina, hna. menor: Eh! ¡A mi cuando me fui a vivir con Juan no me dieron nada! ¿Por qué a ella le van a dar todo, eh?
Gustavo, hno: - ¡Lo que pasa es que se quiere llevar chongos tranquila!
(ja! Cómo si tuviera tanto chongo para llevar! pienso pero no lo digo claro. Esas cosas se piensan pero no se dicen. Si hay miseria que no se note, querida.)
Lorena:- Eso, nena. Buscate un chongo con casa. Como cuando yo lo conocí a Esteban, él ya tenía departamento.
Celina:- Aparte es injusto. Si la herencia es de todos ¿porqué a ella se la adelantan?
Padre (a Lorena): - Cuando vos te quisiste mudar el departamento estaba alquilado.
Andre (a Lorena): - Eso. Aparte callate que vos después te vas a quedar con la casa de la abuela que es re grande.
Gustavo: - Por mi que se vaya a vivir a donde quiera. Eso sí, me dejan la habitación grande.
Andre:- ¡Sí, dale! Te dejo la habitación grande pero vos me ayudas a pintar y esas cosas.
Celina:
-Ah! Encima la van a ayudar a pintar….. ¿pero me están cargando? ¡A mi no me ayudaron en nada!
Madre (a Celina): Bueno, convengamos que no había mucho para hacer y aparte tu casa queda lejísimo! ¡Vos te quisiste ir a vivir al fin del mundo!
Gustavo:- Buenísimo. Ahora voy a tener la compu para mi solo. Ya no se va a colgar nadie horas en el msn o en el gtalk chateando con “amigas”.
Lorena y Celina: - ¡No es justo!
Andre:- Bueno pero yo estoy solterita. Entiendan que acá es todo en base simple. Nada de dos sueldos. Nada de gastos compartidos. Y tengo 27 años. Y sólo soy una simple secretaria. No sean turras. Eh…. Malas, digo (es que cuando una tiene que pedir algo más vale que sea o parezca buenita al menos) yo no tengo a nadie en vista para planificar!!!

Y de repente, así como si saliera el humo blanco ese de cuando hay que elegir papa mi papá pegó tres gritos que pararon todo el quilombo que estábamos armando con mis hermanos:

Padre:- ¡SE CALLAN QUE IGUAL CON TU MADRE YA DECIDIMOS QUE TE DAMOS EL DEPARTAMENTO!. Pero eso sí, de arreglarlo te encargás vos.