miércoles, 14 de octubre de 2009

Cuestión de género

El sábado pasado me dirigí a la plaza para ver si estaba el sujeto con labrador, alias Pablo. Decidí sacarme la joggineta y ponerme un jean y una remerita un poco más decente. Obvio que tacos no me puse porque vamos…. Una que no sé caminar bien con ellos y menos en el pasto y otra que … ¡Iba a una plaza! Y como que no da. Sin embargo me acomodé un poco los rulos. Sólo un poco porque había humedad y bueno ya sabemos lo que pasa con el cabello femenino y la humedad. Y para rematar me puse un poquitín de perfume, sólo un touch porque bueno otra vez ¡iba a una plaza, por Zeus!.
De todas maneras puse más énfasis en la preparación de la cuadrúpeda. Antes de salir la bañé y la peiné. Le lavé el collar fucsia y le compré otra correa porque la de Firulais que RIP era azul y yo quería dejar bien en claro que se trataba de una perra con A, de género femenino.
A eso de las 6.30 Tomasita y yo llegamos al lugar. Como que a las 6 en punto no daba porque somos las nenas de esta historia y entonces nos tenemos que hacer esperar y toda esa sarta de lugares comunes en los que caemos en este tipo de situaciones. Miré para un lado y nada, miré para otro y nada y miré para otro más y nada otra vez. Ahí me percaté de que no tenía mis lentecitos rojos puestos porque me quería hacer más la linda que la intelectual …. Pero que en realidad eso representaba más que una razón suficiente… ¡ para no ver nada! “3,75 de miopía no son poca cosa”, pensé mientras me percataba de que no había traído nada más que las llaves y $2 por si a alguien se le ocurría robarme.
Bué, la cosa fue que esperé y esperé. Di como 54 vueltas al perro o mejor a la plaza con la can y nada. Pablo nunca jamás apareció. Ni Pablo ni el sujeto con labrador ni el labrador ni nada.
Algo decepcionada concluí otra vez que a más expectativa más posibilidad de cagarla. Así que agarré a la cuadrúpeda la llevé para casa y decidí que había que curarle su primera pena de amor. Entonces le dije algo así como:

Andre:- Bueno es hora de que vayas sabiendo que los tipos son todos iguales. No es una cosa de especie sino más bien de género.
Tomasita sólo me escuchaba sentada y movía un poco la cola.
Andre:- Pero no te preocupes que yo tengo el remedio justo para esto.

Entonces pasé por casa y agarré un poco más de plata. Terminamos en el super. Dejé a Tomasita atada en la puerta a los gritos pelados. Con mucho esfuerzo logré interponerme a su llanto. Entré al local agarré un pote de helado de dulce de leche, un chocolate, una bolsa de un kilo de pedigree para cachorros y una bandejita de hígado. Llegamos a casa. Nos internamos en el living. Prendí la tele para una maratón non stop de películas boludas pero con final feliz. Me senté en el sillón pote, cuchara y choco en mano. A los pies estaba Tomasita con su enormidad de hígado y unos cuantos puñados del amarronado alimento.

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